Abrió
la nevera y vio que estaba vacía, no había absolutamente nada, ni siquiera las bandejas ni cajones donde
guardar cosas como tenía la que unos hombres acababan de llevarse.
Se
quedó fijamente mirando el interior, y con una expresión en su cara que
reflejaba mil ideas que se pasaban por su pequeña cabeza, no lo dudó y salió
corriendo de la cocina en busca de su hermano Pablo para compartir su descubrimiento.
Agarrados
fuertemente de la mano y con la emoción de quien se encuentra con un cofre
lleno de tesoros, abrieron de nuevo la puerta de la nevera. Con un susurro le invitó a mirar dentro. No hay luz y no hace frio, le dijo Celia, podemos entrar, seguro que es mágica.
No lo
dudaron, y con la ingenuidad de la infancia y la imaginación desbordante,
comenzaron su corta aventura. El lazo rojo
de su vestido los delató. De espaldas a
la puerta como esperando traspasar a otro mundo, oyeron la voz de su madre. Salid
de aquí, Narnia está muy lejos, y hay que poner las bandejas y llenar la nevera
de alimentos para viajar hasta allí.
Ana Rioja Z.
(Prohibida la reproducción de este texto y fotografía sin autorización del autor)