Ahí
está María, con su sonrisa como cada día.
Ahí
está María, tan presumida, sus ojos pintados de azul, con su camisón y su
chaquetón.
Uñas pintadas de igual color
en sus manos delicadas y tan blancas como el algodón.
Lleva zapatos de tacón, con calcetines rojos,
le da igual el color.
Se
siente muy mujer, orgullosa de cómo es.
Y aunque su mirada triste es, María tiene mucho poder.
Quitarle
los tacones quieren, mejor estaría con zapatillas, pero ella que se siente bella,
de puntillas iría. Sin sus zapatos de tacón, decididamente no andaría.
¡Ay
María!, la vejez no puede luchar con tu coquetería. Eres bella y hermosa, nunca
lo pongas en duda.
No
puedo dejar de sonreír a mirarte de
reojo, allí sentada en tu sillón.
Tu mente
está muy lejos, en otro tiempo. Pero cada día cuando ves el sol, sabes con
certeza que tu color es azul.
Ana Rioja Z.
(Prohibida la reproducción de este texto
sin autorización del autor)
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